Chuck Berry Paso del pato — Chuck Berry — T Bone Walker Toca la guitarra sujetándola por detrás de la cabeza.
Del rhythm’n’blues al rock’n’roll Hay quienes datan el origen del
rock&roll en 1954, con el trabajo discográfico de
Bill Haley and his Comets, especialmente con
Crazy Man Crazy (1954) y su gran éxito
Rock Around the Clock (1955). Pero evidentemente el
rock&roll no surgió de la nada, sino que es consecuencia de la evolución del
rithm&blues, para adaptarse a unos tiempos nuevos en los que una juventud multirracial adquirió un protagonismo social inusitado, que ya no ha dejado de tener.
Auténtica “cara oculta” del jazz, pero la más popular para el público afroamericano, el
rhythm&blues “nació” oficialmente el 25 de junio de 1949 cuando
Billboard, la principal revista semanal del
show-business sustituyó por esta expresión la, hasta entonces usual y algo infamante, de “
race records” (discos de o para raza…). Música de baile plagada de
riffs pegadizos sobre un ritmo binario, relacionada con el blues urbano, el
boogie-woogie y los derivados profanos de la música religiosa, el
rhythm&blues negro va a evolucionar en los años cincuenta al contacto de la música
country&western blanca para convertirse a su vez –mucho más tarde que el jazz- en una música interracial: el
rock&roll. Y mientras que el jazz alcanzaba una madurez y reconocimiento universales, alcanzando el status de música “culta”, más minoritaria, el
rock&roll pasaba a ocupar su lugar como música popular.
Como en cualquier forma de expresión humana, la música del esclavo negro en Norteamérica tenía muchos motivos para ser triste, y así lo era en muchos blues, pero, al mismo tiempo, la necesidad de evadirse y los complejos ritmos bailables de la música africana nunca han dejado de manifestarse como explosiones de alegría, incluso en la época de la esclavitud. En Nueva Orleans era famosa la
Circus Square, conocida popularmente como
Congo Square, donde los domingos se permitía a los esclavos bailar según sus ritos y costumbres africanas. Desde su origen en América la música negra siempre ha tenido su lado festivo y una poderosa y desinhibida imagen escénica y sentido del espectáculo que llega hasta el
rock&roll primero y el
rock a secas después.
El baile del
rock&roll está emparentado con los bailes de la era del
swing, el contoneo de
Elvis The Pelvis es deudor de los músicos negros de r
hythm&blues como los movimientos de
Chuck Berry con su guitarra (el famoso
duckwalk) recuerdan sin duda a los de el gran
bluesman urbano con influencias jazzísticas,
T Bone Walker, que incluso tocaba con la guitarra sujetándola por detrás de la cabeza como después haría
Jimmy Hendrix. La grandeza de los mejores músicos siempre pasa por reconocer a sus maestros. Los
Rolling Stones admiraban a los
bluesmen (¡Y
blueswomen!) que les influyeron. Por eso invitaron como teloneros a
Ike&Tina Turner en su gira de 1966:
Mick apenas bailaba entonces en el escenario, pero tomó buena nota entre bambalinas de lo que hacía
Tina Turner sobre las tablas, de la que aprendió un montón de pasos de baile, como su famoso “
paso del gallo”, y ladear la cabeza y señalar con el dedo al público en el más puro estilo de las
hot mammas del
blues.
El saxofón, que tardó un poco en situarse al lado de la trompeta como instrumento fundamental de viento en la historia del jazz, es capaz de expresar la voz propia de cada músico que consigue dominar sus registros. El poderío de la guitarra eléctrica en el rock contemporáneo ha situado al saxofón en un segundo plano, con notables excepciones, como la de
Clarence Clemons, de la
E Street Band que acompañó a
Bruce Springsteen, Supertramp, algunas colaboraciones de saxofonistas con
Steely Dan y algún solo memorable como el de
Walk on the walk side, de
Lou Reed.
Sin embargo el saxofón ha escrito páginas memorables no ya, por supuesto, en el jazz sino en el
rhythm&blues y otros territorios intermedios precursores del
rock&roll. La poderosa raíz de
Coleman Hawkins sobrevuela a todos estos saxofonistas
hot, capaces de sobrecoger a un público entregado, propenso a las emociones fuertes y a los sabores intensos. Dentro del
jazz propiamente dicho tenemos a
Illinois Jacquet, arquetipo de la tradición de los saxofonistas tenores tejanos, fogosos y efervescentes. Como uno de los ejemplos máximos del jazz como espectáculo y diversión está Louis Jordan, al saxo alto y cantando, que alcanzó inmensa y merecida popularidad en la era del
swing, a principios de los cuarenta.
King Curtis tocó muchos palos, empezando en la orquesta de
Lionel Hampton en 1952, y destacando como saxofonista de
rhythm&blues, hasta dirigir musicalmente a
Aretha Franklin, la reina del
soul, en 1971.
Se conoce como
honkers (
honk: onomatopeya para describir el sonido de una bocina o el grito de los gansos) a una serie de saxofonistas que culminan esta forma de tocar tan vigorosa y un punto salvaje, capaz de crear la atmósfera cautivadora de un club donde todo es posible. La utilización del
honk, nota repetida con insistencia en el registro grave del instrumento, va asociada a frecuentes incursiones en el sobreagudo. La abundancia que se manifiesta en el caudal de notas emitidas, el carácter exhibicionista o el paroxismo desbordante en las interpretaciones a tiempo rápido se ven a menudo compensadas por una gran sensualidad y un fuerte poder emocional en las baladas. La turbulencia en la improvisación de estos saxofonistas “volcánicos” y la costumbre de recurrir a efectos consiguen calentar al rojo vivo al auditorio, tocando de una forma espectacular y contagiosa, haciendo aumentar la tensión hasta un punto límite. Y todo ello en acústico, sin ayuda de la electrónica. Su sonido
growl está en las antípodas del saxofón de la música clásica. Poseedores de la magia de una música popular como el
rhythm&blues, con elementos del jazz, los
honkers, como
Eddie Chamblee, dieron la entrada a los saxofonistas del
rock&roll clásico, como el que puede escucharse en el tema mencionado de
Bill Haley and his Comets, Rock around the clock.
Los Mambo Jambo nos traen estos ecos, puestos al día: la originalidad del saxo, una guitarra vertiginosa, el contrabajo espectacular, y la batería potente se combinan en una puesta en escena única, imposible de olvidar.
Bibliografía consultadaArnaud, G, Chesnel J, Cifuentes JC. Los grandes creadores del jazz.
Ediciones del Prado 1993.
Carles P, Clergeat A, Comolli JL. Diccionario del jazz.Anaya & Mario Muchnik. 1995
Jackson B.
Disfruta de mí si te atreves. Alba Editorial. 2006